11 marzo 2018

Un cineasta con unas alas enormes


Casualidades de la vida y de la muerte. El miércoles 27 de diciembre 2017 durante un acto en la Cinemateca Boliviana le entregué a Jorge Sanjinés un ejemplar del libro "Cuadernos de bitácora" de Fernando Birri, que me había entregado en La Habana Alquimia Peña, Directora de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL). Jorge y yo no lo sabíamos, pero en ese preciso momento (dada la diferencia horaria) en Roma fallecía Fernando Birri, a los 92 años de edad.

Lola Calviño, Julio García Espinoza, Norah de Izcue, Fernando Birri, Alfonso Gumucio,
Alquimia Peña y Carmen Papio 
Fernando fue el fundador del llamado Nuevo Cine Latinoamericano, inspirador de varias generaciones de cineastas, una hermosa persona y curioso personaje, muy querido por muchos y detestado por algunos. Nos conocimos en Zeist (Holanda) y luego nos vimos esporádicamente en varios países durante las últimas cuatro décadas.

En Zeist (Holanda) septiembre 1985 
Recuerdo bien la fecha de nuestras conversaciones en Zeist, porque ese mismo 19 de septiembre de 1985, se producía en Ciudad de México el devastador terremoto del que  mi departamento, en la Colonia Portales, salió indemne. Fernando y yo estábamos en Holanda invitados a una reunión sobre antropología audiovisual e inmediatamente hicimos buena amistad. Manifestó su extrañeza porque no me había visto hasta entonces en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, y respondí que nadie me había invitado.

Pocas semanas después me llegaron a México dos invitaciones a falta de una, por lo que en diciembre del mismo año volví a ver a Fernando para agradecerle por haber hecho magia entre los amigos cubanos. Había un antecedente de porqué no me habían invitado antes, pero no tiene caso comentarlo aquí. Después de 1985, una u otra institución me invitaba cada año a La Habana.

El VII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en 1985, fue para mi el mejor de todos, por varias razones: Primero, porque el Premio Gran Coral se repartió entre dos grandes películas: Frida, naturaleza viva del mexicano Paul Leduc y Tangos, el exilio de Gardel del argentino Fernando “Pino” Solanas, ambos amigos míos y grandes cineastas. Segundo, porque el festival fue no solo una fiesta de lo mejor del cine latinoamericano y un fantástico lugar de encuentro con colegas directores, críticos, actores y productores de toda la región, sino porque esa fiesta de cine se prolongaba cada madrugada en otras innumerables fiestas de música bailable en el Hotel Nacional donde tocaban Los Van Van, o en el “Cristino Naranjo” (el ex Country Club, nombrado en homenaje al lugarteniente de Camilo Cienfuegos), donde vi tocar a Arturo Sandoval y a otros grandes.

Fernando Birri y Gabriel García Márquez 
Tercero, porque el 15 de diciembre de ese año, en el enorme Teatro Karl Marx totalmente repleto de cineastas de toda América Latina, Fidel hizo un discurso de cinco horas que todos escuchamos de pie impertérritos, admirados por su profundo conocimiento del cine. Era la época en que sus discursos eran muy buenos, por lo que su larga duración no se sentía. Y realmente conocía el tema, era un amante del cine que cada noche se hacía llevar las películas del festival para verlas hasta la madrugada, cuando no se quedaba conversando con algún cineasta o actor invitado al festival, como escuché comentar ese año a Jack Lemmon y a Robert de Niro, con ojeras por no haber dormido lo suficiente.

Fidel terminó ese discurso con dos menciones muy importantes: el 4 de diciembre, apenas unos días antes, el Comité de Cineastas con Fernando Birri a la cabeza, había creado la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL) que hasta su muerte presidió Gabriel García Márquez. Además anunció la creación de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) que exactamente un año más tarde, también un 15 de diciembre, se inauguró en San Antonio de Los Baños (ahora en la provincia Artemisa creada en 2011) con Birri como primer director.

Fernando dirigió la Escuela hasta 1991 y tuvo como su brazo derecho a la eficiente y excelente organizadora Lola Calviño, la esposa de Julio García Espinoza, otro de los grandes cineastas del cine latinoamericano. En 1989 Fernando me invitó a ser profesor en la Escuela, lo que suponía trasladarse a Cuba durante un par de años. Tuve que declinar su invitación porque acababa de firmar un contrato con UNICEF para ir a trabajar a Nigeria, algo que me atraía sobremanera y que le daría un giro (o varios) a mi vida.

Antes de perderme en África durante más de cuatro años presenté en 1990 mi exposición de fotografía “Retrato hablado”, y acompañé un retrato que le hice a Fernando Birri en Zeist con este comentario:

“Risueño patriarca del Nuevo Cine Latinoamericano, Birri lee poemas en vez de discursos sin que a nadie le llame la atención. Puede permitirse muchas cosas más, claro, porque no en vano ha recorrido en el nuevo cine del continente un trecho tan rico.  Todo empezó  en Santa Fé, Argentina, a fines de los años cincuenta. Traía de Italia un contrabando de imágenes: los ojos embebidos del cine neorealista de posguerra.  La mirada crítica sobre la realidad y la visión de poeta dieron como resultado películas pioneras del cine que comenzaba a gestarse: Tire Dié , Los Inundados . Org,  viene después, en 1978.  Muchos tardarán en comprender este film el tiempo que invirtió Birri para hacerlo: diez años.  Fernando es más que un poeta en el cine, es también un maestro de las nuevas generaciones.  No en vano fue invitado para dirigir en Cuba la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños”.

Santa Fé, la ciudad del Paraná, era otro vínculo con Fernando, ya que allí nació mi madre apenas tres años y dos meses antes que él.

Un señor muy viejo con unas alas enormes
Fernando era un poeta en el cine y en lo que escribía. Otra casualidad, me obsequió su Cuaderno de Bitácora (2008) dos años después de haber yo iniciado la publicación de mi blog “Bitácora memoriosa”. Su libro es un hermoso diario escrito en 1948, cuando era “pinche” de cocina en un barco sobre el Paraná. Encuentro en ese libro frases que parecen haber sido escritas para el guion de su largometraje Un señor muy viejo con unas alas enormes (1988), aunque el film estaba basado en un cuento de García Márquez.

Quisiera ver de nuevo ese largometraje donde me impresionó ver al propio Fernando transfigurado en un ángel caído y viejo, azotado por las inclemencias del tiempo. No recuerdo más que algunas escenas de patetismo exacerbado: el viejo ángel arrastrándose en el lodo, un moribundo enviado del cielo.

La última vez que conversé con Fernando fue durante el 25 aniversario de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV). Lo recordaré siempre como en la foto que nos sacamos aquel 21 de julio de 2011, con ese aire patriarcal, vestido íntegramente de blanco y con bastón, rodeado por sus amigos y quienes los admiramos y quisimos entrañablemente: Lola Calviño, Julio García Espinoza, la peruana Nora de Izcue, Alquimia Peña, Carmen Papio (esposa de Birri) y yo.
________________________________________
Y veo a mis espaldas a mi monstruo de la guarda, luchando en sí mismo, hasta hacer brotar en sus omoplatos dos blancos muñones, y seguir luchando, mientras asciende en formas cambiantes como de agua y fuego, hasta transformarse en el ángel de la guarda de la luz.
—Fernando Birri