07 mayo 2017

Línea y nivel (en cintura)

Curiosa ciudad 'maravillosa' y caótica. Nadie respeta las normas que existen y no hay autoridad capaz de hacerlas respetar. Pero la decimos bella, sorprendente, magnífica…

Nuestra ciudad está en un proceso de metástasis, es un cáncer que se extiende sobre las laderas, donde cada quien avasalla terrenos y construye casas y edificios como le da la gana, sin dejar un centímetro de espacio entre las construcciones y desafiando las leyes de gravedad con el delicado equilibrio de los ladrillos mal colocados.

La única ‘norma’ de facto es el ladrillo visto, pero no uno decorativo como el de los hermosos edificios de Bogotá, sino un ladrillo de seis huecos que pide a gritos que lo cubran con revoque y pintura, pero la gente no lo hace para no pagar impuestos.  La trampa, siempre la trampa en nuestra sociedad tramposa.

El ‘estilo’ arquitectónico de El Alto se impone cada vez más, y no me refiero a los llamados ‘cholets’ que exhiben los nuevos ricos con su mezcla china-andina, sino a cualquier construcción que a partir del segundo nivel extiende su superficie sobre el ancho de la acera, algo que debería estar prohibido, si no lo está ya.

Después, cuando los deslizamientos se llevan esas construcciones precarias, todo el mundo lloriquea y el gobierno municipal tiene que invertir en las víctimas para salvarlas.  Víctimas, en muchos casos (no en todos) de su propio accionar ilegal y trucho.

Basta tomar el teleférico de la línea roja, amarilla o verde para constatar cómo está construida (y destruida) esta ciudad. Bastaría que inspectores de la municipalidad tomaran el teleférico, para sacar fotografías de edificaciones que violan todas las normas habidas y por haber, y chantar las multas correspondientes. Pero los municipios no tienen capacidad de controlar la ilegalidad y hay mucha corrupción. Se necesitan inspectores incorruptibles, pero en estas épocas sin ética, eso no es fácil.

En El Alto la mitad de los propietarios de inmuebles no paga los impuestos que debe cancelar,  según declaraciones de la propia directora de Asesoría Jurídica y Cobranza Coactiva de la Alcaldía. Supongo que en La Paz sucede lo mismo.

El boom de la construcción es un fenómeno que involucra mucho dinero, y en muchos casos dinero mal habido a través del contrabando o del narcotráfico. Nada mejor que ‘blanquear’ dólares sucios comprando casas, departamentos y autos. Es cada vez más frecuente que alguna gente adquiera departamentos con maletas llenas de dinero en efectivo, sin pasar por el sistema bancario. Hay países donde está estrictamente prohibido pagar en efectivo más de 10 mil US$.

Las nuevas construcciones avasallan el espacio público, porque ponen cercas de calamina que invaden las aceras y bloquean el paso de peatones dejando piedras, ladrillos, fierro y otros materiales en la propia calle. ¿No hay normas para esto? ¿Por qué no interviene la alcaldía?

Tampoco se respeta la altura que deben tener los edificios de acuerdo a las calles donde se construyen. Siempre la trampa de ganarle uno o dos pisos más, con el aval de algún inspector corrupto. Se construyen edificios sin parqueos suficientes, de modo que los automóviles estacionan en las calles, en lugares prohibidos o incluso sobre las aceras. La lista de distorsiones es larga porque los constructores quieren maximizar el uso del espacio sin importarles las consecuencias y sin sentido de estética.

Esperemos que todo eso acabe con la nueva Ley 233 de Fiscalización Técnica Territorial que entró en vigencia a principios de abril, una normativa que complementa la Ley Municipal de Uso de Suelos de 2012. Se supone que ahora el Gobierno Municipal será estricto y castigará como se debe a los que violan las normas. 

Los ciudadanos quisiéramos colaborar con el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz (GAMLP) denunciando los abusos que vemos día a día, pero la Alcaldía lamentablemente no tiene un buen sistema de admisión de denuncias ciudadanas. Uno no sabe a quién llamar o escribir, falta un mecanismo eficiente y bien promocionado para que podamos plantear las denuncias sin pasar por esos formularios burocráticos de internet que lo único que hacen es desanimar al usuario. 

La única manera de lograrlo es aplicando multas drásticas y parando construcciones que no cumplan con las normas. Castigo a arquitectos y a constructores irresponsables. Es hora de poner en cintura a los violadores de la ciudad.
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La ciudad se está desmoronando,
no puede durar mucho más; su tiempo ha pasado.
Es demasiado vieja...
—Le Corbusier