16 abril 2017

Somos basura

Basurero nulo y basura esparcida en plena Plaza Abaroa
No es la primera vez que me refiero a la basura que agobia la ciudad de La Paz, contamina sus ríos y caracteriza el comportamiento cochino de sus habitantes.

Las semanas recientes han estado marcadas por conflictos alrededor de la basura en la ciudad de La Paz y por las acciones del Gobierno Autónomo Municipal para ofrecer soluciones. Alrededor de la basura, de la que algunos somos más conscientes o culpables que otros, se han tejido también malicias políticas de militantes del MAS tratando de sacar ventaja de la crisis para debilitar a las autoridades municipales.

Los problemas son enormes porque hasta ahora la ciudad no había podido tercerizar un servicio de limpieza eficiente que pudiera hacer frente no solamente a las dificultades propias de una ciudad enrevesada y compleja, sino sobre todo a vecinos indolentes, mal educados y depredadores del medio ambiente.

Así como decimos “somos lo que comemos”, deberíamos decir “somos lo que botamos”. Mi conclusión: somos basura. Por mucho que se avance en términos de infraestructura, no mejorará la situación mientras no se sancione a lo malos ciudadanos que echan la basura en cualquier lugar, a cualquier hora y en recipientes inadecuados. Todo ello se multa en ciudades del mundo civilizado.

En países bien educados la gente separa los desechos sólidos de los biodegradables, los dispone en bolsas resistentes que se cierran (no cualquier saco de plástico de supermercado que los perros callejeros hacen trizas), las sacan a la calle a las horas indicadas en que pasan los camiones de recolección o las depositan en recipientes ubicados en lugares estratégicos de cada barrio.

París tuvo una crisis en 1986 cuando se produjeron los atentados de bombas colocadas en basureros, a puertas de la tienda Tati. Durante más de un año se retiraron todos los basureros metálicos de la ciudad y ésta se volvió un chiquero, pero luego se resolvió el tema colocando nuevos recipientes: un aro metálico del que cuelga una bolsa de plástico transparente muy resistente.

En La Paz se han cometido errores en gestiones anteriores, colocando basureros de metal minúsculos e incómodos, donde no caben ni tres botellas de plástico. Son basureros inservibles que deberían ser retirados y remplazados por contenedores grandes, como ya ha empezado a suceder por toda la ciudad, aunque varios de ellos fueron quemados por vándalos.

Ahora podemos escuchar a lo largo del día la suave música de los camiones compactadores de basura de La Paz Limpia (LPL), la empresa que el Gobierno Municipal ha contratado. Pasan cuatro o cinco veces al día porque en esta ciudad la gente bota basura a cualquier hora, sin disciplina ni cuidado. El rio Choqueyapu se ha convertido en una cloaca por tanta basura que echan los vecinos y las fábricas. Las gaviotas que vuelan sobre el rio se han vuelto carroñeras.

Para frenar la contaminación ambiental, en ciudades más ordenadas los mercados ya no regalan bolsas de plástico, sino que las cobran. Aunque el costo es insignificante, tiene un efecto positivo en el cambio de comportamiento de las personas, que ahora llevan a los supermercados sus propias bolsas de tela.

En los parques públicos de la Ciudad de México se leen letreros: “No sea cochino, sea buen vecino”. En La Paz, los parques están encerrados detrás de rejas para que la gente no los ensucie y destruya.

El Teleférico, el Puma Katari y las cebras han logrado educar un poco a la población y despertar algo de conciencia ciudadana, pero mi optimismo se viene abajo cuando caigo en cuenta de que la actitud ha cambiado a la fuerza: o se hace fila o no se puede usar esos medios de transporte. O cede su asiento o se hace llamar la atención. Disciplina forzosa porque no hay otra manera de que la gente entienda. Los vecinos son cochinos por falta de educación.

Las imágenes de la basura que dejaron los peregrinos católicos en Copacabana son lamentables. La falta de educación generalizada hace que la mayor parte de la población sea cochina y carezca de un mínimo de conciencia social de lo que es vivir en comunidad. 

No van a mejorar su comportamiento hasta que no les pongan multas que duelan. No cambiarán de actitud hasta que no sean sancionados. Quizás más adelante, cuando la mayoría haya aprendido a comportarse, esa sanción será de tipo moral y provendrá de los propios ciudadanos ya educados, pero por el momento la mayoría está en el lado cochino de la vida.
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Mi memoria, señor, es como vaciadero de basuras.
Jorge Luis Borges

 (Publicado en Página Siete el sábado 8 de abril 2017)