15 junio 2016

Gordo Guillermo

Le decíamos el Gordo Guillermo o el Gordo Aguirre desde que era flaco, más por cariño que por descripción física. Otros amigos le decían Guille, y algún despistado Guichi, pero siempre con afecto, porque su manera de ser provocaba afecto. Tenía 69 años, no es edad para morirse.

Hizo su vida en el cine boliviano, y era un ávido lector, cosa rara en estos tiempos. Cada vez que nos veíamos me contaba había encontrado una “joya” en alguna feria de libros viejos, que solía recorrer con la fruición de un niño en una heladería. Unos meses atrás me regaló un libro escrito por mi padre, del que yo no tenía ejemplares. Lo había encontrado en una feria de libros usados. Le retribuí con la edición mexicana de mi Historia del cine en Bolivia (que él no había podido hallar en sus itinerarios de detective literario) y al poco tiempo sacó una nota en Facebook refiriéndose a la necesidad de reeditar el libro. 

Elías Serrano, Alfonso Gumucio y Guillermo Aguirre, en Tarija
Nos vimos con mayor frecuencia en años recientes, varias veces en la Cinemateca, en un encuentro sobre teatro en Tarija, o en las ferias de libro que promueve Elías Blanco Mamani. Su avidez de lector y su vista deficiente lo hacían a veces ponerse un lente sobre otro para poder leer, así le hice un retrato en Tarija donde fuimos a almorzar al mercado, con Elías Serrano, otro de los cineastas invitados al 5o Encuentro Plurinacional de Teatro que tuvo lugar en Tarija.

En el Facebook el Gordo era un defensor acérrimo de Evo Morales y del MAS, pero tenía la delicadeza de no tocar el tema cuando estábamos juntos. Su identificación era apasionada antes que ideológica. Veía la oportunidad de reivindicar a los más pobres, pero no quería ver los problemas.

Mela Márquez, Sebastiana Kespi y Guillermo Aguirre
Hace un par de años me acompañó en la entrevista que le hice a Sebastiana, la niña-abuela de la película de Jorge Ruiz, que llegó a La Paz desde su pueblo Chipaya para mendigar el apoyo del gobierno del pueblo, pero se regresó cargada de una condecoración y algo de dinero en efectivo que le proporcionaron los amigos de Jorge Ruiz.

Antonio Eguino cuenta que el Gordo tuvo la idea que luego Paolo Agazzi convirtió en Mi socio (1981) una de las películas más taquilleras de la época. Fue durante una reunión en las oficinas de Ukamau, cuando se quebraban la cabeza tratando de resolver los problemas de financiamiento de Amargo mar (1984), la película sobre la guerra del Pacífico. En eso Guillermo sugirió hacer algo “más ligero” y fácil de producir: la historia de un chofer de camión que en su recorrido por el país establece una relación de amistad con un niño. Antonio pasó por alto la sugerencia, pero Paolo la agarró al vuelo para realizar su emblemática road movie.

Paolo Agazzi, David Santalla y Guillermo Aguirre. Fimación de Mi socio
Recuerdo que hace muchos años el Gordo y yo volamos a Tarija como asistentes de Antonio Eguino para la producción de unos cortos de publicidad para el singani Conquistador. En la pequeña avioneta iba además Antonio y su esposa Danielle. Cuando volábamos sobre Potosí el piloto nos mostró al frente un muro de nubes negras cruzadas por relámpagos: “Agárrense, no hay manera de darle vuelta a esto, tenemos que pasar por el medio”. Nunca en toda mi viajada vida tuve esa sensación de estar apenas sujeto a un resorte que elevaba y bajaba a la avioneta de golpe, como en una montaña rusa sin fin. Llegamos a salvo a Tarija, descompuestos y dispuestos a arrojar todo lo que habíamos desayunado.

Los aviones no se caen fácilmente, todos tienen la capacidad de planear, pero ese vuelo fue demasiado accidentado como para soportarlo sin consecuencias. Al parecer la avioneta también se resintió, porque al regresar a La Paz con otro pasajero, se estrelló antes de llegar al aeropuerto de El Alto. Fernando Kieffer, que iba en ese vuelo, quedó con las piernas quebradas.

El Gordo fue también parte del equipo (junto a Freddy Delgado, Armando Urioste y Rafael Flores, entre otros) que colaboró conmigo en la producción de mi película sobre Luis Espinal y la iglesia de liberación. Pero como es una película q’encha, que nunca pude terminar, mejor no hablo de ella.

Dale Martín, del grupo La Escalera
Guillermo Aguirre fue el principal animador del grupo de cine independiente La Escalera. En esas épocas en las que no había ningún tipo de fondos de apoyo a los jóvenes cineastas (como ahora abundan), los integrantes de La Escalera usaban los pocos recursos materiales que tenían a su disposición para hacer películas dignas, con sensibilidad hacia los problemas sociales.

Una de las más conocidas, Dale Martín (1979) obtuvo el premio Cóndor de Plata en 1980. Se trata de un semi-documental en blanco y negro que en 13 minutos narra la historia de un niño de escasos recursos que admira a dos deportistas bolivianos y aspira a ganar una carrera para superarse en la vida.

Una narrativa similar (voz en off, música de fondo, película en blanco y negro en 16 mm) tiene Hasta cuando (1978), la primera película del grupo (con producción del canal estatal TV canal 7) realizada para obtener el premio Cóndor de Plata en su primera edición. Aquí el personaje principal es un humilde artesano que presionado por la falta de trabajo y oportunidades, pasa a engrosar las filas de los alcohólicos de las laderas de La Paz, los “artilleros” que beben hasta morir.

Ramiro Valdez, Paolo Agazzi, Mela Márquez,
Alfonso Gumucio y Guillermo Aguirre
Una tercera película de La Escalera es ¿Por qué? (1979) aborda en 13 minutos el tema del aborto practicado en condiciones insalubres, sin protección del Estado, por lo que la mortalidad de mujeres jóvenes es muy alta. Esta ficción-documental muestra también las deficiencias del sistema de salud en Bolivia.

Por supuesto que estos tres cortometrajes han envejecido con el tiempo, y su discurso social o cinematográfico puede parecernos ahora precario y artesanal, pero es importante colocarlos en el contexto de los años en que fueron producidos.

Dibujo de Marcos Loayza
Guillermo Aguirre era además guionista y cuentista, y fue merecedor del Premio Municipal de Literatura Franz Tamayo en 2001, por su cuento “El avión y la miel”. 

El cine boliviano le debe mucho a Guillermo Aguirre, y una manera de hacerle un reconocimiento es ingresar a YouTube para ver las películas que hizo con el grupo La Escalera

Era un amigo leal y memorioso, que a pesar de las enemistades que dividen a los cineastas bolivianos, se llevaba bien con todos.

El Gordo llegó al final de su camino la noche del 22 de mayo de 2016 y lo enterraron al día siguiente con su perro, en el mismo ataúd, porque era su compañero desde hace muchos años y la familia consideró que era mejor que durmieran juntos.  
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En realidad después de los cuarenta años la verdadera
cara la tenemos en la nuca, mirando desesperadamente hacia atrás.

—Julio Cortázar