13 agosto 2010

Éfeso (y Troya)

Sobre Nemrut Dag me salieron unos versos.  Y no es que Éfeso no se merezca un poema, pero prefiero describir en prosa esta antigua ciudad porque recorrer sus calles fue quizás la experiencia más estimulante en un itinerario que me llevó también a otras ciudades turcas de la antigüedad: Afrodisias, Hierápolis, Pamukkale, Pérgamo, Patara, Pinara, Xanthos, Letoon, Troya, Tlos, Fethiye y Saklikent Gorge (que no es una ciudad sino una cañada de río, donde me partí una rodilla, por lo que merece recordarse).

La Biblioteca de Celso
De todas las ruinas de la antigua Turquía, resultado de yuxtaposiciones de culturas e imperios, Éfeso conquistó mis sentidos cuando la visité envuelta en esa luz del atardecer del Mediterráneo que no tiene par. Éfeso es la que mejor conserva su aspecto de ciudad y la que luce edificaciones en mejor estado de conservación.

Destaca entre ellas una joya, la Biblioteca de Celso, majestuosa con dos pisos con columnas y estatuas que representan la sabiduría (Sofia), el conocimiento (Episteme), la inteligencia (Ennoia) y la virtud (Arete). Pero no es lo único, su anfiteatro es magnífico y también la calle Curetes con sus losetas de mármol, que sube desde la biblioteca hasta los Baños de Varius, pasando por Latriana (letrinas públicas), por el prostíbulo, el Templo de Adriano, la Fuente de Trajano, la Puerta de Hércules, el Odeon y la Calle de las Columnatas.

No he visto en otras ciudades antiguas de Turquía un prostíbulo, y menos situado en un lugar tan prominente, casi frente a la Biblioteca de Celsus. Más interesante aún es que en la calle que viene del teatro, hay una loseta de mármol que, según se dice, es el primer ejemplo de publicidad de un prostíbulo en la historia. La piedra muestra el grabado de una figura de mujer, junto a la huella de un pie izquierdo, como indicando el camino a seguir.

Aunque fundada inicialmente por los griegos hace tres mil años, lo que conocemos actualmente de la ciudad de Éfeso data de unos 400 años antes de nuestra era, cuando la ocupó Lisímaco, sucesor de Alejandro Magno. Los griegos adoraban aquí a Artemisa, la diosa de múltiples senos. Pero fueron los romanos los que convirtieron a Éfeso en el puerto más importante sobre el Mar Egeo. Con los años el mar retrocedió, dejando al puerto lejos del agua y de la bonanza económica, pero continuó siendo una ciudad de referencia para el cristianismo, e incluso se afirma que María, la madre de Jesús, vivió aquí sus últimos años. Por ahí está la casa donde supuestamente vivió, pero me dio pereza visitarla.


en la calle Curetes de Éfeso
La extensa historia de Troya nos habla de nueve ciudades superpuestas, pero el peso de todas ellas ha reducido el lugar a unos pocos escombros. La destrucción, que incluye la causada por arqueólogos como el alemán Heinrich Schliemann, no ha dejado piedra sobre piedra.  En vez, un gigantesco caballo de madera, de construcción reciente, recibe a los turistas al estilo Disneylandia.

Paradójicamente (probablemente gracias a “La Iliada” de Homero), Troya fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998, y sin embargo Éfeso y Afrodisias figuran solamente en la lista tentativa, mientras Pérgamo, Pinara o Tlos ni siquiera aparecen.