08 abril 2010

Eric y Lucho

Días de tristeza y memoria. Me acabo de enterar casualmente -leyendo en internet el diario Cambio- de la muerte de Eric de Wasseige, cura dominico, gran persona, siempre solidario, amigo de muchos años y de muchas luchas. El viernes 2 de abril por la mañana, a sus 78 años de edad le falló el gran corazón que había usado tanto para los demás.

Por otra parte, no he dejado de pensar en estas semanas sobre el 30 aniversario del asesinato de Luis Espinal, otro amigo entrañable, cura jesuita, que se hizo boliviano y luchó por nuestro país hasta el final.

Tanto Eric Wasseige como Luis Espinal fueron pivotes del semanario Aquí.  Lucho fue su fundador y director hasta su muerte, y Eric fue quien sostuvo la segunda época, cuando los de Aquí regresamos de “allá” (del exilio) y volvimos a publicar el semanario bajo la dirección de René Bascopé y luego de Antonio Peredo y Remberto Cárdenas.

Eric no aparecía mucho, era discreto, pero los de Aquí sabíamos de su apoyo solidario que permitía al semanario mantenerse. Esa solidaridad de Eric fue uno de sus rasgos salientes en las épocas duras y en las maduras. Durante la dictadura de Bánzer fundó Justicia y Paz, precedente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos; a su instancia alguna vez hice de correo para traer de Francia dinero para los presos políticos. En marzo de 1975 la dictadura banzerista lo expulsó al Perú,  junto a Jorge Wavreille, cura oblato; al regresar, siguió con su trabajo a favor de los perseguidos y oprimidos. Cuando hace unos años el ex dirigente campesino Genaro Flores enfrentaba una enfermedad y carecía de recursos económicos, Eric activó la red de amigos para ayudarlo.

Intercambiábamos mensajes electrónicos de vez en cuando, Eric siempre parco, breve. Yo le llamaba “Eric le Rouge” y le dejaba mensajes en la grabadora que yo mismo le había transferido tiempo antes. Le anunciaba mi llegada a La Paz y nos dábamos cita para comer salteñas en la Plaza del Estudiante. Hablábamos de política, de amigos comunes.  Apoyaba decididamente el proceso llevado adelante por Evo Morales y estaba de acuerdo con algunas de mis opiniones críticas, pero prefería pasar por alto las debilidades del proceso en función de lo que consideraba eran sus fines últimos. Yo no estaba de acuerdo con él en eso de que “el fin justifica los medios”, porque significaba entrar en contradicción con principios por los que habíamos luchado muchos años. Y además, “el fin”, está cada vez menos claro, y los “medios” asustan.

Era muy reservado con su vida privada, alguna vez mencionó a sus familiares en Bélgica, y las vacaciones que tomaba para visitarlos. Nunca conocí su casa, solamente la oficina de OSAP en el Edificio Brasilia. No encuentro ahora ni una foto de él, y creo que no debe haber muchas.

Eric nació el 20 de febrero de 1932 en Namur, Bélgica, sus padres eran André de Wasseige y Beatrice de Witte; tenía tres hermanos: Antoinette, Baudoin y Xavier. Su familia se trasladó a Bogotá, Colombia, donde él estudió la secundaria en el Liceo Louis Pasteur, hasta hoy uno de los mejores. En Lovaina obtuvo una licenciatura en ciencias comerciales y en 1960 ingresó a la Orden de los Dominicos. Estudió teología en Friburgo y obtuvo su licenciatura en 1967. A partir de allí, su vida fue Bolivia, hasta el final.

Sobre Luis Espinal he escrito muchas veces. Esbocé su vida y su muerte en mi libro “Luis Espinal y el cine”, y en “Lucho, el grito de este pueblo” (que coordiné pero se publicó sin los nombres de los autores en tiempos de la dictadura de García Meza), y en muchos artículos por ahí dispersos, de manera que hoy solamente quiero recordar que el día de su asesinato yo no estaba en Bolivia sino en Nicaragua, donde a él le hubiera gustado estar, en la Plaza de la Revolución, presenciando la partida de miles de muchachos y muchachas alfabetizadores, con un pañuelo rojinegro anudado al cuello, dispuestos a trabajar durante nueve meses en las comunidades más recónditas para tratar de eliminar el analfabetismo en su país. Ese día recibí en Managua la noticia del asesinato, y sentí esa mezcla de dolor por la pérdida para Bolivia y de regocijo por el proceso sandinista, que entonces no estaba maleado como ahora.

Poco antes de mi viaje a Nicaragua Lucho me había ofrecido uno de sus tallados de madera: “Eres el único amigo que no se ha llevado uno”, dijo, o algo parecido.  Mientras nos tomábamos un whisky en su casa, le dije que escogería uno de sus tallados a mi regreso.  No sucedió. Ahora, al ver sus fotos caigo en cuenta de algo que me sorprende.  No encuentro ninguna foto mía con Lucho, a pesar de que estuvimos juntos tantas veces y a pesar de que yo le tomé muchas fotos a él.

Semanas atrás, cuando estuve en La Paz, me entrevistó Claudio S ánchez en Radio Cristal. En el blog de Cine con Cristal se puede escuchar la entrevista sobre Luis Espinal.