06 noviembre 2007

Un sueño colectivo

La Cinemateca Boliviana acaba de inaugurar, el 30 de octubre, su nuevo edificio en La Paz. Se cumple de ese modo un sueño colectivo de largo aliento, en el que mucha gente invirtió esfuerzos. Incluso los jóvenes lustrabotas de la ciudad participaron donando ladrillos para la construcción. Pero obviamente el gestor principal de ese esfuerzo, el dragón guardián de la Cinemateca desde su nacimiento, ha sido Pedro Susz, apoyado en todo momento por Carlos Mesa, Amalia de Gallardo, Norma Merlo y otros gestores que se fueron uniendo al tren en diferentes etapas, y que sumaron sus vagones cargados de energía al titánico esfuerzo.


Al cabo de diez años y 5 millones de dólares, la Cinemateca abre sus puertas. Es un bello edificio (obra de los arquitectos Cecilia Scholz y Juan Carlos Araníbar), en la esquina de la calle que lleva el nombre de Oscar Soria, el guionista del cine boliviano por excelencia. Oscar vivía pocos metros hacia abajo, allí lo visitábamos los amigos. Qué placer le hubiera dado ver este sueño hecho realidad.

En sus 6.500 metros de construcción, la nueva Cinemateca tiene tres salas totalmente equipadas, que llevan los nombres de Amalia de Gallardo, Oscar Soria y José María Velasco Maidana. Paradójicamente, el creador del cine boliviano, Velasco Maidana, tiene su nombre en la sala más pequeña, en lugar de la más grande. La propia cinemateca debería llamarse “Cinemateca Boliviana Velasco Maidana”. El edificio cuenta además con una biblioteca, una cafetería, galerías para exposiciones, tienda de videos, aulas didácticas, un sótano con parqueos y por supuesto las bóvedas para conservar el material fílmico.

Tantos años han pasado desde que a fines de los años sesenta publiqué en “Presencia” un artículo titulado “Necesidad de una Filmoteca”, que concluía con un párrafo dirigido al Alcalde de La Paz, Mario Mercado, para que tomara la iniciativa de crear el archivo cinematográfico. Pocos días después me llamó a su oficina, me dijo que lo estaba metiendo en un lío, y me preguntó qué se necesitaba para crear la cinemateca. Le dije que solamente la decisión, que luego se podía pedir donaciones de películas a embajadas y a los propios realizadores. Poco tiempo después, Mercado creó la Cinemateca mediante una ordenanza municipal. Es un gesto que debería reconocérsele.